Nació: en San Petersburgo, Rusia, el 31 de marzo de 1872.
Falleció: en Moscú, el 9 de marzo de 1952.
Alexandra Kollontai fue una revolucionaria rusa que luchó por los derechos de las mujeres durante el socialismo y fue la primera embajadora de la historia.
Fue la primera mujer que participó en el gobierno ruso tras la caída del régimen zarista. Se desempeñó también como representante diplomática de su país en el extranjero. Destacó como uno de los personajes más lúcidos de su tiempo, no sólo por alentar a hombres y mujeres a luchar para defender sus propios derechos, sino por su aporte teórico en torno al socialismo, a la realidad de las mujeres, al desastre de la guerra y a la promoción de la igualdad de género y de la liberación sexual.
Rusia entró en el siglo XX como un país feudal y atrasado en el que pronto proliferaron las huelgas, las manifestaciones de los trabajadores y los motines, todo lo cual desembocó en la revolución de 1917 que derrumbó el antiguo régimen del zar. Tras la instauración del nuevo gobierno, pocas mujeres jugaron un rol prominente en los órganos de decisión del partido, y entre estas pocas fue que destacó la figura de Alexandra Kollontai.
Uno de los logros iniciales de la revolución rusa fue la igualdad de género a nivel político, sexual y económico. Las mujeres consiguieron el derecho al voto y la unificación del salario, el matrimonio fue concebido por ley como una relación voluntaria, se eliminaron las distinciones entre hijos legítimos e ilegítimos y se estableció la libertad de divorcio y el aborto libre y gratuito. Además, a fin de erradicar las bases económicas de la familia tradicional se abolió el derecho de herencia, por lo que las propiedades de los ricos que fallecían pasaron a ser parte del Estado y fueron invertidas en casas de maternidad, guarderías, escuelas y comedores, lo que contribuyó a que las mujeres pudieran desligarse de tareas que siempre habían estado obligadas a desempeñar por convención.
Uno de los objetivos promovidos por Kollontai fue la liberación sexual. Según ella, la nueva sociedad y la igualdad entre hombres y mujeres sólo iba a ser posible mediante la transformación de las bases económicas, pero también a partir del cambio en las relaciones sexuales. Por esto alentó a una verdadera revolución cultural que fuera capaz de transformar los vínculos. Propuso una nueva forma de unión basada en el amor y el compañerismo y formuló una teoría según la cual, las mujeres debían predisponerse a consumir la sexualidad como un vaso de agua, rompiendo con las viejas relaciones que perpetuaban la opresión. Su perspectiva admitía todo tipo de alianzas que tuvieran como base el amor mutuo, con excepción de aquellos casos en los que algo pusiera en peligro la salud y de la prostitución en todas sus variantes.
Pero la emancipación de las mujeres no era fácil en las condiciones en las que se desarrollaba el comunismo. Con el aumento del desempleo ellas fueron las más perjudicadas y con el estalinismo las conquistas de la revolución se fueron desvaneciendo y se puso en marcha una política conservadora que exaltaba la familia y la procreación privada criminalizando la homosexualidad y el adulterio. Mediante campañas propagandísticas se comenzó a promover la maternidad, se ilegalizó el aborto y se penalizó el divorcio. Alexandra Kollontai no pudo impedir estos retrocesos. Sin embargo, su contribución fue hacer que la liberación de las mujeres y la sexualidad fueran parte de la revolución socialista e inspirar transformaciones posteriores con su modelo.
Alexandra pensaba que las mujeres no se involucraban en la política a causa de la opresión. Planteaba que una vez equiparada la situación legal había que alcanzar realmente la igualdad. Para esto el partido creó el Departamento de Mujeres o Zhenotdel, cuyos métodos fueron diseñados por Kollontai. Ella propuso atraer a las mujeres a través de proyectos sociales e impulsó un plan de lucha contra el analfabetismo.