Nació: en Mileto (actual Turquía) c. 470 a. C. Falleció:probablemente en Atenas, c. 400 a. C.
Aspasia de Mileto fue maestra de retórica y logógrafa, influyó en la escena cultural y política en la Atenas del Siglo de Pericles, político de quien fue su compañera.
Sobresalió por su formación retórica y por su actividad pedagógica. Ocupó un lugar excepcional en la vida pública de la polis a pesar de su condición de extranjera. Reconocida por sus brillantes contemporáneos como maestra de retórica, el propio Sócrates recomienda en diálogos de Jenofonte consultarla por su sabiduría. Su influencia no fue sólo cultural sino también política ya que era una par para Pericles, el responsable de llevar a Atenas a su edad de oro. No se conservan sus escritos pero Platón sugiere que fue la autora del discurso fúnebre de Pericles, reproducido por Tucídides en su Historia de la Guerra del Peloponeso.
Platón en la República propone el acceso de las mujeres a la misma educación que los varones, idea revolucionaria ya que las atenienses se encontraban confinadas al gineceo. Aspasia fue una excepción porque eludió el encierro doméstico debido a su carácter de extranjera y de hetera.
No se sabe nada sobre Aspasia en el tiempo anterior a su convivencia con Pericles, ni las razones por las que llegó a Atenas alrededor de 450 a. C. Tampoco se sabe cómo transcurrió su vida luego de la muerte de su siguiente marido, Lisíeles, en 427. Aun así es posible inferir por su elevada educación que provenía de una familia adinerada de Mileto. En las ciudades jonias se educaba por igual a varones y mujeres y coexistían en el ámbito educativo. El conocimiento que se tiene de ella viene mayormente de la obra de Plutarco, de algunas menciones de Platón, Aristófanes, Esquines socrático y Antístenes. Era hetera, según afirman los escritores antiguos, aunque esto en nuestros días se pone en duda ya que algunos de ellos eran enemigos de Pericles. No obstante, la libertad de que gozaba y su participación en la vida pública de la polis indica que posiblemente lo fuera. Las heteras eran cortesanas con muy buena educación, damas de compañía de los ciudadanos que, además, pagaban impuestos y tenían independencia económica.
Atenas tuvo su edad de oro en el siglo de Pericles. Fue un faro cuyo esplendor llega hasta nuestros días ya que en ese ámbito nació la filosofía y lo que podemos llamar lieratura occidental. Bien pudo Aspasia completar su educación en ese contexto de arte, filósofos, sofistas, escritores y retóricos, pues se dice que mantenía conversaciones brillantes, y que tenía un increíble manejo de la retórica. Su belleza era comparable a su sabiduría. Contemporánea de Sócrates -que solía decirse su discípulo-, Platón, Anaxágoras y Alcibiades, solía recibirlos en su casa, al igual que a otras personalidades del pensamiento y la política. Por sus propias capacidades ganó respeto y admiración.
Pericles, el Olímpico, se divorció de su primera esposa y alrededor del 445 convivía con Aspasia ya que por esos años nació su hijo Pericles el Joven. Pueden no haberse casado ya que las leyes atenienses dictadas por el propio Pericles prohibían la unión con los extranjeros. Sin embargo, Pericles el Joven obtuvo la ciudadanía. No todo fue sencillo. Por su condición de extranjera, por la influencia que los enemigos políticos de Pericles veían en ella, por vivir como mujer libre lejos del lugar de la mujer ateniense, fue atacada y ridiculizada sobre todo por los, cómicos, al igual que Pericles y su círculo de amistades. El poeta Hermipo acusó a Aspasia de impiedad ante las autoridades en un juicio del que salió ilesa. Su rastro se pierde en 427 a. C., ya no la encontramos actuando en la vida pública. Se calcula que murió en 400 a. C., antes de la muerte de Sócrates.
«Algunos son de opinión que Pericles se inclinó a Aspasia por ser mujer sabia y de gran disposición para el gobierno: pues el mismo Sócrates con sujetos bien conocidos frecuentó su casa; y varios de los que la trataron llevaban mujeres a que la oyesen, sin embargo de que su modo de ganar la vida no era brillante ni decente porque vivía de mantener esclavas para mal tráfico». Plutarco, Vidas paralelas.