Nació: en Coyoacán, México, el 6 de julio de 1907. Falleció: en Coyoacán, el 13 de julio de 1954.
Frida Kahlo fue una artista cuya marcada personalidad halló reflejo en su pintura, que combina cierto sesgo surrealista con tintes populares y autobiográficos.
Fue una pintora de méritos singularísimos, que la inscriben con mayúscula en la historia del arte del siglo XX, y una mujer fascinante. Su obra, inquietante y conmovedora, muestra figuras femeninas, la mayoría de las cuales lleva su rostro, asaeteadas por hierros y clavos o con órganos al descubierto. Éstas, a pesar de traslucir el sufrimiento que la propia Frida padeció a lo largo de su vida a raíz de accidentes y enfermedades, emanan un efluvio vital, colores intensos, arborescentes decorados.
Cuando André Bretón elogió la obra de Frida Kahlo en su viaje a México de 1938, estaba garantizando con su firma y lleno de orgullo la pertenencia de la pintora a las filas del surrealismo. Pero ella se ocupó do dejar en claro que no era su correligionaria: aquello que se veía en sus lienzos no era la expresión de un inconsciente conmovido sino el reflejo mismo de su realidad, aunque por momentos la imagen de ésta se pareciera al sueño más perturbado.
En efecto, algunos pasajes de la vida de Frida Kahlo tienen cierto tenor de pesadilla: a los seis años fue víctima de una poliomielitis que le dejó como saldo una afección en su pierna derecha; a los dieciocho padeció un brutal accidente viajando en un autobús que chocó con un tranvía y como consecuencia del cual un hierro la atravesó de la cadera a la vagina: fue sometida a lo largo de su vida a más de treinta intervenciones quirúrgicas que pretendían liberarla de los corsés a los que estaba condenada por sus dolencias y de la silla de ruedas; por todo lo cual tuvo que practicarse forzosamente una serie de abortos.
Pero la artista tradujo este constante cruce entre la vida y la muerte en un lenguaje pictórico cargado de poesía. Pues tan pronto como se vio aquejada por todas esas imágenes tanáticas que su propia vida le ofrecía Frida empezó a pintar, y desde sus comienzos dio muestras de estar dotada para un oficio al que se consagró de modo casi fanático.
El contexto de su iniciación artística fue la casa en la que creció y que se convirtió después de su muerte en el museo que lleva su nombre. La propiedad fue adquirida por su padre y él tomó la decisión de pintarla de ü/ul por dentro y por fuera, dejando espacios abiertos cuya luz impactaba en las paredes como electricidad. Por entonces, el fotógrafo pe origen alemán Guillermo Kahlo no imaginaba que el azul cobalto de su morada albergarla tiempo después a una de las artistas latinoamericanas más sobresalientes de su época, y a las destacadas personalidades que a lo largo de su vida la visitaron, como León Trotsky, Pablo Neruda, Joan Miró y Serguéi Elsenstein, entre otros.
Pero el hombre más importante en la vida de Frida Kahlo fue el muralista Diego Rivera, ron quien contrajo matrimonio a pesar de que su familia se mostró reticente a la idea, alegando que Rivera además de ser extremadamente gordo y comunista le llevaba una diferencia de más de veinte años. La Intensa relación entre estos dos grandes artistas estuvo marcada desde el principio por encuentros y desencuentros, por los celos y la ternura de ambos pero sobre todo, por la admiración mutua y el respeto profesional. El elefantey la paloma, como los apodó la madre de Frida, se acompañaron a lo largo de toda una vida durante la que compartieron ideales, vocación, deseo, ambiciones y proyectos.
A raíz de sus limitaciones físicas, hacia el final de su vida Frida Kahlo apenas podía levantarse de la cama. Debía consumir medicamentos que ella combinaba con alcohol, lo que impactaba en su ánimo pero no en su capacidad de trabajo, pues se consagró a pintar hasta último momento. Para ello, trasladó el mundo que amaba a su casa: se rodeó de artesanías, piezas de arte precolombino, exvotos, muñecas y vestidos típicos de México. En un cuarto estableció su singular país.