Nació: en Curaidebo, Falcón, Venezuela, el 18 de mayo de 1791. Falleció: en Ciudad Bolívar, en 1862.
Josefa Venancio de la Encarnación Camejo Talavera fue una heroína de la Independencia de Venezuela, conocida como «Doña Ignacio».
Josefa participó, al igual que muchas mujeres anónimas, en las Guerras de la Independencia Americana. Su coraje la hizo enfrentarse con osadía a los realistas y salir airosa en la contienda. Le recordó al Gobernador de Barina que «el sexo femenino no le tiene horrores a la guerra». El presidente Hugo Chávez, en el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer, realizó la ceremonia de incorporación simbólica de Josefa Camejo al Panteón Nacional.
Doña Ignacia era hija de Miguel Camejo y de Sebastiana Talavera y Garcés. Estudió en el colegio de las hermanas Salcedas, en Coro, y después ingresó en un convento de monjas. Había leído a autores republicanos y estando en la ciudad de Caracas, en 1810, fue testigo de la Revolución del 19 de abril. Tenía diecinueve años cuando se sumó a las acaloradas sesiones de la Sociedad Patriótica. Estos sucesos marcaron el inicio de la lucha por la independencia del dominio español en Venezuela. Se constituyó el Cabildo de Caracas que dio paso a la formación de la Junta Suprema de Caracas, la primera organización de gobierno autónomo.
Al año siguiente se casó en Mérida con el coronel Juan Nepomuceno Briceño Méndez, con quien tuvo dos hijos y se trasladó a Barinas, donde residía su tío Monseñor Mariano de Talavera y Garcés. Era cuñada también del general Pedro Briceño Méndez, edecán del Libertador. El 18 de octubre de 1811 firmó junto a otras mujeres el documento «Representación que hace el Bello Sexo al Gobierno de Barinas». Allí se pusieron a las órdenes para la defensa de Barinas ante la inminente invasión de las tropas guayaneses. Barinas fue finalmente asediada en 1913 por los realistas bajo las órdenes de José Antonio Puey. La población tuvo que ser evacuada hacia el poblado de San Carlos, en Cojedes. El gobernador Manuel Antonio Pulido se puso al frente del traslado al que se sumaron Josefa y su Madre, que murió en el trayecto.
En 1814 se refugió en Bogotá, donde nació su hijo Wenceslao. Se quedó en la ciudad por cuatro años, hasta que entró triunfante Simón Bolívar. Decidió entonces regresar de ese forzado exilio y entrar en Venezuela. Lo hizo a mediados de 1818, de contrabando, clandestina, disfrazada con harapos de vagabunda, caminando. Fue a Barinas, y de allí, en 1821, a Maracaibo, que acababa de pronunciarse por la Independencia. Rafael Urdaneta le encomendo a Josefa Camejo la tarea de levantar la provincia de Coro a favor de la independencia.
En 1821, con los esclavos de su hacienda encenderá el deseo de Paraguaná organizó una rebelión contra los realistas de Coro, donde había estudiado. Fueron derrotados. Ese mismo año enfrentó y derrotó al mando de quince hombres al jefe realista Chepito González.
Luego, con un gran grupo de patriotas tomaron Pueblo Nuevo, encarcelaron al gobernador realista y se nombró a uno civil y republicano: Mariano Arcaya. Estuvo a su cargo la lectura del manifiesto que declaraba libre a la Provincia de Coro. Sus actividades allanaron el camino al General Rafael Urdaneta que encontró la ciudad capital de Coro libre y dispuesta para la causa independentista. Se estima que Josefa Camejo murió en 1862, posiblemente en Ciudad Bolívar. Su figura acompaña la vida pública de Venezuela. En el Estado de Falcón, donde nació, el aeropuerto internacional la recuerda en su denominación.
La petición del «Bello Sexo al Gobierno de Barinas» está dirigida al gobernador Pedro Briceño del Pumar. En ella se muestra el desconcierto de las barinesas porque «no se haya contado con ellas para proteger su seguridad». Además, «el sexo femenino, Señor Gobernador, no teme los horrores de la guerra, antes bien, el estallido del cañón no hará más que alentar, su fuego encenderá el deseo de libertad, que sostendrá a toda costa en obsequio del suelo patrio».