Nació: en Zamosc, actual Polonia, el 5 de marzo de 1871. Falleció: en Berlín, Alemania, el 15 de enero de 1919.
Rosa Luxemburgo fue una filósofa, política, revolucionaria, economista y teórica marxista polaca, de origen judío.
Margarethe von Trotta hizo una película sobré su vida.
Gran teórica y revolucionaria del marxismo, conservó su independencia intelectual, el apego a la razón y a la causa de los más débiles. Incansable agitadora y acostumbrada a las entradas a la cárcel, polemizó con los varones más representativos del movimiento socialista y comunista internacional. Promotora de la propaganda por los hechos, no concebía la independencia entre idea y acción. Le hizo la guerra a la I Guerra Mundial. Murió prematuramente, asesinada, a los cuarenta y ocho años.
La familia Luxemburgo se mudó a Varsovia donde Rosa, a los diecinueve años, se sumó al partido revolucionario «Proletariat». Su comienzo no fue un aliciente: tras una huelga general, las autoridades desbarataron el partido y condenaron a muerte a cuatro de sus miembros. Rosa se unió clandestinamente con otros sobrevivientes y volvió a la carga. Huyó a Suiza en 1889 pues era perseguida para su detención. Allí comenzó sus estudios universitarios, se especializó en teoría del Estado, matemática y economía.
Rosa ya era reconocida como líder teórico del Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia y Lituania. Cinco años después se fue a vivir a Alemania, atraída por la efervescencia del movimiento obrero. Se convirtió en una importante colaboradora de Die Neue Zeit, el periódico teórico marxista más importante de la época, así como de numerosos diarios socialistas. Siempre mantuvo su independencia de juicio, ampliaba horizontes de pensamiento, también organizó mítines y se entregó a cuanta tarea la reclamara.
El movimiento obrero socialista de Alemania se dividió entre reformistas y revolucionarios. Rosa pasó dos años entre polémicas y dando batalla intelectual al ala conservadora. Uno de sus artículos se titulaba justamente «¿Reformismo o revolución?».
Rosa criticó también las experiencias de gobiernos de coalición con la participación de socialistas. Además entró en polémica con Lenin sobre la cuestión nacional, la verticalidad del partido y la relación del partido con las masas. En 1904 fue sentenciada a prisión -estuvo un mes- por insultar al Káiser.
Con la Revolución Rusa de 1905, su postura no era que debía ser democrático-burguesa, sino que proponía la idea de revolución permanente: «dictadura revolucionaria del proletariado basada en el campesinado». Cada vez más a la izquierda del partido, era la principal líder del ala revolucionaria. En 1913 apareció su obra cardinal: La acumulación de capital. (Una contribución a la explicación económica del imperialismo).
A las puertas de la I Guerra Mundial incitó a los soldados a la rebelión. Opinó que la Guerra era una pelea entre imperios y no una guerra entre obreros. Su partido -y los representantes del mismo en el parlamento- apoyó la Guerra. Ese mismo día Rosa organizó una reunión con sus compañeros contrarios a la Guerra: Karl Liebknecht, Franz Mehring y Clara Zetkin. Así nació la Liga Espartaco. Pero tuvo que seguir las vicisitudes de la contienda desde la cárcel.
El 8 de noviembre de 1918 Rosa fue liberada de la prisión por la Revolución alemana. Sin embargo, las fuerzas reaccionarias eran superiores y comenzó el asesinato de miles de trabajadores. El 15 de enero de 1919 mataron a Karl Liebknecht; ese mismo día, un culatazo de rifle de un soldado rompió el cráneo de Rosa Luxemburgo.
Fue apodada como «La rosa roja». El 1 de enero de 1919, la Liga Espartaquista llevó a cabo una revolución comunista de breve duración en Berlín, en contra de las objeciones de Rosa Luxemburgo. Fue derrotada por las fuerzas conjuntas del Partido Socialdemócrata, los desechos del ejército alemán y de los grupos paramilitares de extrema derecha conocidos como Freikorps. Los Freikorps fueron los brutales asesinos de Rosa, cuyo cuerpo fue arrojado al río.