Nació:en Mitilene, Lesbos, c. 630-610 a. C. Falleció:probablemente en Leucadia c. 560-540 a. C.
Safo de Mitilene fue la mayor poeta lírica de Grecia en la Época Arcaica. Su poesía fue admirada por los más grandes del mundo antiguo, encanto que llega hasta nuestros días.
Artista griega que despertó admiración por su seducción y por sus ideas de avanzada acerca de lo femenino. Se casó con un rico comerciante y tuvo una hija llamada Ciéis sobre la que escribió numerosos poemas. Al enviudar, siendo aún joven y libre de obligaciones, fundó una escuela para muchachas en la isla de Lesbos donde se enseñaba literatura, música y danza. Se coincide en que escribió nueve libros de poemas de los que el tiempo nos legó un poco más de doscientos fragmentos. Desde hace más de 2.600 años que se la honra por su lirismo, sensibilidad, sencillez y belleza poética.
Poco sabemos de la vida de Safo. De familia acomodada, su padre se llamó Scamandronymos y su madre Ciéis, como su hija. Ha trascendido por la belleza de su poesía lírica monódica. Este tipo de poesía es originaria de Lesbos, era cantada por una persona acompañada generalmente de una lira. La mitología enseña que Apolo dio una lira a Orfeo, quien llevó a nueve el número de cuerdas en honor a las musas. Platón dirá luego que Safo es la décima musa. Cuando Dionisio llegó a Tracia para extender su culto, Orfeo se negó a darle valor a cualquier dios que no fuera Apolo. Las Ménades, seres femeninos divinos relacionados con Dionisio lo despedazaron y arrojaron al Hebro sus restos. La cabeza de Orfeo fue cantando a lo largo del río hasta llegar al mar y luego, junto con su lira, a las costas de Lesbos donde se le dio sepultura. Con la lira de Orfeo comenzó este tipo de poesía.
Safo escribió miles de composiciones pero sólo conocemos un poema completo, el «Himno a Afrodita», escrito con sencillez y belleza. Allí el amor, la pena, el deseo, los celos y la emoción aparecen como sus principales preocupaciones. Dionisio de Halicarnaso la coloca junto a Anacreonté entre los más grandes exponentes de la lírica.
Su condición de mujer no fue un problema para ella pero sí para otros. Aristóteles, en La Retórica, al hablar de que en todos lados se honra a los sabios escribe: «En efecto, los de Paros han honrado a Arquíloco, aun siendo maldicente; los quienes a Homero, no siendo ciudadano, y los mitilenos a Safo, aun siendo mujer...». Inventaron de ella siglos después que era prostituta, que tenía conducta lasciva, imaginaron amantes anacrónicos y registraron un falso suicidio en Leucadia.
Sus moralistas detractores, sin embargo, fueron menos comparados con la legión de admiradores de su talento. Al morir, se acuñaron monedas y medallas con su imagen, se pintaron jarrones y vasos con su rostro, estatuillas de bronce se levantaron en Siracusa y en Bizancio. Sócrates se refería a ella como "La bella Safo», Solón quiso memorizar antes de morir uno de sus poemas. Fue llamada, también por Platón «Musa mortal entre inmortales musas». Para Máximo de Tiro, Sócrates y Safo estaban unidos en su amor por lo bello y traza un paralelismo entre el filósofo y Alcibíades -el horrible más hermoso de todos los tiempos- y la poeta y su alumna Atthis.
Frente al gran poeta Homero que canta a los héroes y relata sus proezas, Safo es la poeta de lo femenino, de ese mundo donde el culto a la Diosa Afrodita, la invocación a las Gracias y a las Musas, el amor y el pensamiento, el dolor por el amante perdido, son valores individuales de las mujeres refinadas de Lesbos. Como Homero, es también cronista lírica, transforma lo que ve en palabras y cantos. Se trata de un mundo de grandeza femenina donde se aspira a ser como la Diosa.
«¿Qué campesina, con traje rústico
ha podido cautivar tu corazón?
Ni siquiera sabe recoger su manto
sobre los tobillos.
¿Todo aquel pasado, querida Atthis;
olvidaste de verdad?
Has venido, y todo está bien. Sin ti
languidecería y, ahora, inflamaste mi corazón
y lo hiciste arder de amor. Bendita seas.
Tres veces te bendigo, y por todo el tiempo
que estuvimos separadas». Safo