El bodhisattva Avalokiteshvara, habiendo hecho solemne voto de llevar a todos los seres a la liberación, empezó a enseñar el camino de la sabiduría y de la compasión.
Pasando por los seis reinos de la existencia, los liberó del sufrimiento hasta vaciar el propio infierno. Cuando inició su viaje de vuelta al paraíso miró tras de sí y vio que, tan pronto como las dejaba, por doquier las criaturas volvían a sus anteriores comportamientos pecadores y recaían en una vida miserable. Incapaz de soportar sus sufrimientos, lloró lágrimas de pena y su cuerpo estalló en un millón de fragmentos.
De sus lágrimas nació la diosa Tara y surgió el bodhisattva de 11 cabezas y 1.000 brazos.