COSTUMBRES RELIGIOSAS, CULTOS, INFLUENCIAS

Para la identidad y control centralizado del estado Shang era crucial la figura del rey sacerdote. Las funciones del rey eran predecir los designios de los antepasados reales, organizar rituales en honor de ellos, dirigir la guerra, celebrar audiencias, otorgar honores y encabezar las cacerías reales.

No existía una capital fija, sólo lugares importantes en temas rituales, funerarios o tecnológicos. El rey gobernaba mediante la intercesión del gran dios, Di. Una de las regiones del noroeste visitada por los reyes Shang era el valle de Wei, al oeste del río Amarillo, habitada por los Zhou. Éstos absorbieron influencias culturales de los Shang, pero eran guerreros y acabaron conquistando a sus jefes Shang, estableciendo la dinastía Zhou en 1123 a.C. Los reyes Zhou se embarcaron en una estrategia militar para unir diversas comunidades del norte y del sur, extendiendo su poder hasta Manchuria, Mongolia interior y las regiones situadas al norte y al sur del río Yangtsé. Los Zhou confirieron rigor moral a sus sistemas político y social. Abandonaron el gran dios de los Shang, y en su lugar adoraron al dios del cielo, Tian; los reyes Zhou recibían el nombre de "Hijos del dios cielo" (Tian Zi).

En el año 771 a.C., el dominio Zhou había disminuido, pero el rey tenía poder nominal sobre una federación poco compacta de reinos. Estos reinos fueron fundiéndose y agrandándose, y en la época de los Reinos Combatientes (siglos V-III a.C.) lucharon por lograr la supremacía. Los Qin fueron los más militares, se ubicaban en la actual Shaanxi, en el noroeste, y lograron unir con éxito los últimos estados Zhou para formar el primer Imperio Chino, que fue seguido por el Imperio Han, que duró alrededor de unos 400 años.

Sólo al desmembrarse la dinastía Zhou, los escritores se vieron impelidos a registrar para la posteridad su historia sagrada. Para ello no escribieron relatos de sus mitos, sino que incorporaron sus narraciones míticas en sus libros de filosofía, gobierno, leyes, literatura y ética.

Como las versiones de los mitos son bastante coincidentes, cabe suponer que se basaban en un fondo común de tradiciones orales anterior al primer mito registrado en el 600 a.C. Aunque la fecha y origen de los mitos se perdió para siempre, las historias se conservaron en fragmentos dispersos en los textos clásicos.