Cuando cantan "La lengua del gato está manchada y el pelo del perro está sucio", los chamanes recuerdan lo sucedido hace mucho tiempo, cuando los mares del mundo todavía eran de barro y las montañas aún eran colinas.
Por entonces Dios hizo con arcilla al primer hombre y a la primera mujer, y mientras él iba a recoger las aguas de la vida eterna de la fuente de la inmortalidad, puso a un gato y a un perro a vigilarlos. Pero mientras él estaba lejos, el Demonio burló a los guardianes ofreciéndoles leche y carne, y cuando estaban distraídos orinó sobre la nueva creación de Dios.
Al encontrarse estropeada la hermosa superficie de su obra, Dios se enfureció y ordenó al gato que la lamiera, menos el pelo de la cabeza. La áspera lengua del gato se llevó todos los pelos sucios que pudo, dejando dispersos algunos pelos manchados en el pecho y la ingle.
Cuando al gato terminó, Dios llamó al perro, y a continuación él mismo lavó su obra de arcilla con las sagradas aguas de la eterna juventud, mas pese a todo no consiguió conferirnos la inmortalidad por culpa de la profanación del Demonio.