Se cuenta que hace mucho tiempo, adquiriendo forma de hombre, la marmota derribó a seis de los siete soles que desecaban y resquebrajaban la tierra, causando el hambre y la miseria de todos los seres vivientes. A fin de librarse de la última flecha, el séptimo sol empezó a dar vueltas a la tierra, y por ello nosotros experimentamos ahora periodos de luz y de oscuridad de resultas de su salida y de su puesta. Y todos los mongoles saben que el cuerpo de la marmota contiene "carne de hombre", esto es, un trozo de carne que nunca ha de comerse.
En 1577 Altan Kan emitió el primer edicto anti-chamánico, que ponía fuera de la ley estos antiguos mitos; le siguió en 1586 el segundo edicto, de Abadai Kan. Desde entonces la mitología predominante en Mongolia es la inspirada en las enseñanzas del budismo tibetano.
Con todo, el ciclo épico de Gesar Kan, aunque empapado en su actual forma por la ideología del budismo, conserva recuerdos de muchos antiguos dioses chamánicos. Entre ellos se cuentan las poderosas divinidades de las montañas y los numerosos espíritus menores de los lugares en que se narran sus mitos.
El nacimiento de Gesar, de quien se cuenta que nació de un huevo blanco con tres manchas en forma de ojo, salido de la corona de su madre, recuerda los mitos chamánicos sobre los orígenes. Gesar, que hizo su primera aparición con excelentes augurios, llegó al mundo con tres ojos, pero su madre, aterrorizada, le sacó uno en el momento de su nacimiento.