Habiendo dominado a todas las tribus de Mongolia, el general Temudjin fue proclamado "Rey del Mundo" (gengis kan) y reunió bajo su mando a todos los jefes derrotados. Gengis Kan inspiró a sus tropas una lealtad tan intensa que pudo conducirlos a la victoria contra todo el mundo conocido de la época. El chamán Kokchu anunció que el Eterno Cielo Azul (mongke koko tngri) había elegido a Gengis Kan como su representante en la tierra con derecho divino a gobernar a todos los que moraban en ella. Quienes se sometieron a su inspirada autoridad fueron bien tratados; los demás fueron brutalmente eliminados. Su estandarte real (tuk) estaba formado por un manojo sagrado de nueve colas de yak, y se cuenta que tras su muerte el alma de Gengis Kan se introdujo en el tuk, que recibió en lo sucesivo el nombre de Borjigin, espíritu guardián y protector de las tropas mongolas.
Aunque nunca aprendió a leer, Gengis Kan es recordado por su yasa o sistema de leyes. Este documento, que contiene los preceptos morales y el estricto código de honor de sus tropas, es considerado un talismán mágico de la victoria y venerado como parte del culto de los antepasados, pues Gengis Kan fue verdaderamente el padre de la nación.