En el Tíbet se rinde culto a Padmasambhava, el mítico indio que llevó el budismo a este país como un segundo buda.
Se cree que emanó, a los ocho años de edad, de una flor de loto. Criado por el rey de Oddiyana, fue desterrado por asesinar a un ministro real y condenado a llevar vida de asceta en el osario situado más allá de los asentamientos humanos, donde habló con seres sobrenaturales (dakini) y obtuvo gran poder espiritual.
Ordenado por el primo de Buda, vivió más de mil años siguiendo el sendero budista.