MITOS DE MINORÍAS ÉTNICAS

Los autores clásicos eran muy conscientes de la diferencia entre ellos y los numerosos pueblos que vivieron junto a los Shang, Zhou y Han desde el 1700 al 100 a.C., y con frecuencia se referían a ellos de forma poco respetuosa para señalar su inferioridad cultural.

Hacia el 100 a.C., durante el periodo Han, los viajeros chinos se aventuraron en tierras extrañas y registraron sus experiencias. Aunque los informes históricos mantuvieron un punto de vista bastante objetivo, los escritores viajeros de mente imaginativa adornaron sus impresiones de los extranjeros, muchas veces de forma negativa.

Representaron los nombres extranjeros con signos abusivos, por ejemplo, simiesco o bestial. Vieron a los HE extranjeros como gentes extrañas, de colores diferentes, y sus apelativos míticos reflejan esta actitud, apareciendo así los países de Lengua Bífida, Tres Cabezas, Gente Peluda, Años Cojos u otros.

A pesar de la creciente homogeneidad cultural surgida tras la política unificadora de los imperios Qin y Han, las minorías étnicas conservaron historias de sus propios orígenes y de su identidad cultural. Los Yao conservan un mito ancestral que cuenta cómo su antepasado nació de la oreja de una mujer de palacio. Ella guardó como un tesoro este gusano que luego se convirtió en un perro llamado Pan Hu (Plato Calabaza). El perro salvó a su región de los invasores y el rey le dio a su hija como recompensa. El perro y la princesa marcharon hacia un valle fértil. Tuvieron seis hijas y seis hijos que produjeron una nueva generación, la nueva raza de los Yao en el sur de China.