Entre los sistemas religiosos presentes en Mongolia se cuentan, además del budismo predominante, el islamismo y el cristianismo nestoriano. Pero ninguno de ellos ha logrado desbancar por completo los antiguos cultos chamánicos y la veneración de los antepasados.
Al preocuparse sólo por los asuntos inmediatos de la vida y carecer de un credo específico sobre la retribución moral y la otra vida, estas prácticas arcaicas se conservan superficialmente enterradas bajo el modo de vida de todos los mongoles, con independencia de la religión formal a que pertenezcan. Así pues, cuando les golpea el infortunio personal, y especialmente en casos de enfermedades nerviosas, fiebre o parálisis, se requiere la ayuda del chamán.
Tras entrar en trance mientras toca hipnóticamente su tambor, el chamán invoca a los poderosos espíritus del cosmos natural (el cielo, el paisaje o las regiones inferiores) y pide su ayuda para exorcizar lo maligno.
Asimismo, cuando se trata de asuntos del clan, como las epidemias, las enfermedades infantiles, la sed o el hambre, los miembros de la familia rezan a los espíritus de sus antepasados (avrak) pidiéndoles ayuda. Este culto ancestral se expresa también en la veneración de tótems del clan, como el caballo, el toro o el ciervo.