EL VIAJE DE BRAN

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Existe la opinión unánime de que El viaje de Bran, relato en prosa salpicado de poemas, es una alegoría del tránsito del alma. Una mujer va a ver a Bran con una rama de árbol que ha cogido en los infiernos, le insta a que vaya a aquel lugar mágico y profetiza el nacimiento de Cristo, un gran señor sin comienzo ni fin que nacerá de una virgen.

Con veintiséis compañeros, Bran cruza la Llanura del Placer, un paraíso en el que no existe el pecado, y llega a la Isla del Alborozo, cuyos habitantes no hacen mas que reír y gritar. A continuación arriban a la Isla de las Mujeres, lugar de placeres libertinos. Nechtan, uno de los viajeros, siente nostalgia de su patria, y la reina de la isla les permite partir, pero les aconseja que no pongan pie en tierra. Al llegar a Irlanda Nechtan desoye la advertencia y queda reducido a cenizas.

Cuando Bran anuncia su nombre, los que se encuentran en la orilla dicen: «No lo conocemos, pero la Travesía de Bran es uno de nuestros antiguos cuentos.» Bran cuenta sus aventuras desde el barco, leva anclas y no se vuelve a saber nada de él.

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