Tor gozaba de especial popularidad en el oeste de Noruega y en Islandia: el tono humorístico de numerosos mitos sobre el dios podría considerarse muestra de afecto.
Cuando el cristianismo llegó a Islandia, el culto a Tor fue el más difícil de erradicar, y existían diversos rituales asociados con él: por ejemplo, se colocaba un martillo en el regazo de las novias en las bodas, se alzaba sobre los recién nacidos y la herramienta aparece también en los mojones.
Los escandinavos llevaban amuletos de plata en forma de martillo: el que mostramos abajo, sueco, representa al dios con rostro de águila, barba estilizada y un símbolo serpentino debajo. También se grababa el martillo de Tor en las lápidas.