En el relato ruso del caballo ruano de plata se cuenta que es un guardián del hogar y en las tradiciones familiares es recompensado con un caballo mágico. Al morir, un anciano ordena a sus tres hijos que custodien su tumba durante tres noches, pero los dos mejor vestidos no cumplen sus órdenes y envían en su lugar a Iván el Loco, que se pasa la vida tumbado junto a la estufa, muy sucio. A las doce de la tercera noche se aparece el padre difunto y recompensa a Iván con el ruano de plata, un caballo que despide chispas por los ojos y humo por los ollares.
Cuando el zar proclama que el hombre capaz de coger el velo de su hija, colocado a gran altura, se casará con ella, Iván pronuncia un conjuro para que acuda el ruano de plata, se introduce en oreja y se transforma en un apuesto joven.
Gana el concurso a la tercera ocasión y a continuación vuelve a su mísera existencia, sin ser reconocido. El zar organiza fiestas con la esperanza de encontrar al apuesto joven. Iván, sentado detrás de la estufa en el salón del banquete, limpia su jarra de cerveza con el velo, lo reconocen y obtiene su justa recompensa, para consternación de sus hermanos.