Los mitos eslavos tradicionales están llenos de fantasía y de descripciones de linaje: héroes y heroínas son jóvenes valerosos y doncellas inocentes (o a la inversa) ayudados por animales y herramientas mágicas; los malos son dragones, brujas, hechiceros y reyes malévolos.
Y el número de la suerte es el tres, por lo que se presentan triadas de brujas, de trabajos, de hijos, de princesas, de noches y de cabezas de dragón.
La fuerte influencia matriarcal de los mitos eslavos se aprecia en el hecho de que frecuentemente tiene el papel principal una mujer, que puede ser una reina guerrera y conquistadora, como Marya Morevna, una joven inteligente, como el hada Vassilisa, o una esposa hechizada, como la Doncella Paloma en El Arquero o El Príncipe Rana (una vez más, una inversión de género respecto de la versión europea occidental de la leyenda).
De resultas de los cambios sociales, los hombres pasaron a ser los personajes centrales del grupo social. A causa sobre todo de la influencia cristiana, el poder y la sabiduría de las mujeres se vinieron abajo y las sacerdotisas se convirtieron en brujas malignas; su superior sabiduría -rayana con la brujería- era razón suficiente para quemarlas en la hoguera o, en muchos países eslavos, ser arrastradas atadas a la cola de un caballo. Lo tardío de tal cambio social en las regiones eslavas ha dejado muchos mitos a los que no afecta la nuevacorrección política.