Artemisa desempeña numerosas funciones en la mitología griega, al igual que Apolo, su hermano gemelo. Como diosa virgen, protegía encarnizadamente su castidad y las de sus compañeras. Era diosa de la caza y correteaba por los bosques con sus sirvientas. Aunque mataba animales, era también la protectora divina de los seres jóvenes y, en una contradicción similar, protegía a las parturientas como diosa del parto pero también enviaba la muerte y la enfermedad a las mujeres.
Artemisa aparece representada con un arco, al igual que Apolo, como una joven con vestimenta de cazadora, a veces rodeada de animales jóvenes o tocada con cuernos en forma de media luna, pues se la asociaba con nuestro satélite, del mismo modo que se asociaba a Apolo con el sol. Muchos de sus numerosos cultos estaban vinculados a los momentos de tránsito femeninos, como el nacimiento, la pubertad y la muerte. Al llegar a la pubertad, las muchachas atenienses nobles se sometían a los ritos de iniciación artémicos en Brauron, a pocos kilómetros de Atenas, donde las llamaban osas, pues este animal era un símbolo de la diosa.