MITOLOGIA IBERICA

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Originariamente, los iberos conservaban la fe en un dios único y criador: el eterno Iaincoa («Altísimo», en vascuence), en el que residía la inteligencia y el poder supremos.

Esta pura noción del dios iba acompañada de un culto más o menos idolátrico. En las cumbres de las montañas eran invocados los genios mediadores entre el dios y los hombres. Circunstancialmente adoraban también al fuego (símbolo del Agni oriental) y al sol.

Extendidos los iberos por ta España, mezclados con los celtas y relacionados con los pueblos mercaderes o conquistadores del litoral, la religión sufrió mil influencias.

Joaquín Costa, en su obra titulada Mitología y literatura celto-hispanas, nos da a conocer a determinados dioses iberos, cuando ya éstos habían pasado a un politeísmo absurdo.

Magnon era el Sol-Hércules, al que se le inmolaban toros. Noten era el Sol-Marte, qué, según Estrabón, se le inmolaban machos cabríos. Neta, y Baudvhaeto, esposas de Neton, eran númenes o diosas de la guerra. Lugoves era el Sol también. Camal era Afrodita; Segolu, Apolo; Cabar Sul, la deidad de las aguas termales; Eaco, la Luna; Ataecina semejante a Proserpina, una deidad infernal; Endovélico, el fuego creador y sustentador del mundo, el dios más popular en la España primitiva, Más que semejante a Plutón, cree Menéndez y Pelayo que Endovélico era el dios ignoto el dios anónimo de que habla trabón. Y es que hay muchas razones que hacen sospechar que 1os iberos, que empezaron siendo mo noteístas, terminaron por serlo igualmente, rechazadas todas influencias politeístas. Es opinión extendida que los cultos extranjeros, traídos por fenicios y griegos, no se mezclaron con el ibérico, sino que coexistieron con él. Así, Hércules tuvo un templo en Cádiz, y en Sevilla, otro la Astarté fenicia, conocida con el nombre de Salambó; en Ampurias otro Diana.