No obstante, los romanos hicieron algo más que adoptar y moderar el panteón griego. Reorientaron los mitos griegos con arreglo a los intereses de Roma. El saber y la ilustración eran para los romanos menos relevantes que la agricultura y la alimentación de su creciente población. Ello se refleja en la disminución de importancia de Minerva (la diosa romana de la sabiduría) y Apolo (dios del autoconocimiento, como su homónimo equivalente griego), en abierto contraste con la preponderancia de Atenea y Apolo en la Grecia clásica.
De manera consecuente, la importancia de Ceres, diosa de la agricultura y réplica romana de Deméter, aumentó sustancialmente. Igualmente, mientras que los griegos no hicieron mucho hincapié en su dios de la guerra -Ares--, los romanos adoptaron con orgullo a Marte como su antepasado y lo consideraron como la encarnación del espíritu marcial necesario para dar cumplimiento a las ambiciones imperiales de Roma. Los mitos latinos también estaban más insertos en la historia que los griegos, y es imposible trazar una clara línea de demarcación entre el mito romano y su historia previa. En general, la mitología romana es menos legendaria y más asentada realistamente en el tiempo que la mitología griega. El escritor griego Plutarco (46-126 d. C) se ocupó de Rómulo y Remo, los fundadores míticos de Roma, como figuras históricas. Cuando los sucesos fehacientes y los legendarios se combinan de manera tan intrincada, la distinción entre mito e historia se hace superflua.
Roma fue poblada en su origen por medio de un acto de violencia. Después de que fuera fundada y se le diera nombre, no había nadie que habitase en la ciudad. Parte de este problema se solventó cuando Rómulo permitió que algunos delincuentes de toda Italia se instalasen en Roma como ciudadanos. Pero se hizo claro que necesitaban mujeres con las que tendrían hijos y aumentarían así su número.
Rómulo se dirigió a varias comunidades locales, pero nadie estuvo conforme con que sus hijas se casaran con un delincuente romano. Rómulo recurrió a un subterfugio. Invitó a las tribus vecinas -los sabinos- para celebrar un festejo religioso, y cuando se habían reunido dio la señal a sus hombres para que raptasen a las mujeres, con las que se podrían casar.
El rey sabino, Tito Tatio, organizó una expedición militar en venganza, y los sabinos invadieron Roma. La batalla continuó encarnizadamente hasta que las mujeres sabinas, que entretanto debían lealtad a sus nuevos esposos, intervinieron y hubo paz.
Tito Tatio gobernó Roma, junto con Rómulo, hasta su muerte. Después, Rómulo asumió el cargo de primer rey oficial de Roma. A la muerte de Rómulo, se convirtió en dios y fue venerado como el espíritu romano Quirino.