Cuando al Buda le insultaban, sus discípulos le pedían cambiar de localidad, pero el maestro respondía: «Y si la gente nos sigue insultando allí, ¿adónde podemos ir?» En este sentido, la siguiente historia es muy sugerente.
Una lechuza y una tórtola habían hecho buena amistad. Cierto día la lechuza estaba preparando sus cosas para irse, cuando llegó la tórtola y le preguntó:
—¿Te vas? ¿Adónde?
—Lejos de aquí —repuso la lechuza—, hacia el este.
—¿Por qué? —preguntó su amiga.
—Te diré la verdad. A la gente de por aquí no le gusta mi graznido. Así que se ríen de mí o me insultan o me desprecian. Por esa razón me mudo.
La tórtola reflexionó unos instantes y dijo:
—Voy a explicarte algo. Si tienes la capacidad para cambiar tu graznido, adelante, vete; me parece estupendo. Pero, si no puedes cambiarlo, entonces, ¿qué objeto tiene que te mudes? La gente del este se sentirá disgustada por tu graznido y tendrá la misma reacción que la de aquí. Y encima habrás viajado en balde.