El discípulo fue hasta el maestro para rogarle: —¿Tendríais la bondad de escribirme algunas máximas sobre la más alta sabiduría?
El maestro tomó una pizarra y escribió sobre ella: «Atención.»
Desconcertado, el discípulo preguntó:
¿Y esto es todo? ¿No vais a escribir algo más? Entonces el maestro, siempre tranquilo y solicito, escribió: «Atención, atención.»
El discípulo todavía se desorientó más. Con descaro y cierta brusquedad, reprochó:
En verdad no veo gran profundidad ni agudeza en lo que acabáis de escribir.
El maestro escribió entonces: «Atención, atención, atención.»
Esto exasperó al discípulo. Casi fuera de sí, preguntó:
¿Se puede saber de una vez qué significa la palabra atención?
Una semisonrisa se dibujaba en los labios del apacible maestro. Pausadamente, escribió: —Atención significa atención.