El Dios del Sol tenía cuatro hijas. Las tres mayores se alejaron de su padre al hacerse inmortales. En casa sólo quedó la pequeña. La hermosa niña echaba de menos los días bulliciosos y alegres del pasado cuando convivía con sus hermanas. Un día, para liberarse de la melancolía y la soledad que le agobiaban, se fue a nadar al mar. Las aguas tranquilas del mar del Este eran traidoras, porque de repente surgían tempestades y enormes olas. La solitaria princesa del Sol se ahogó un día.
Tras la muerte, la desdichada doncella se metamorfoseó en un hermoso pájaro de pico colorado, llamado Jin Wei. Su plumaje era de luto, pero en la cabeza tenía una mancha blanca. Odiaba al mar porque le había quitado la vida, al igual que a muchos otros seres humanos. Juró vengarse y decidió rellenar el inmenso mar con las piedras de la montaña. Pese a su diminuta capacidad y con una voluntad férrea, cogía pedacitos de piedra con el pico de las montañas y los lanzaba al mar. Día tras día, año tras año, proseguía en la misma labor, sin descansar ni decaer en su espíritu justiciero.
Este pájaro es popularmente conocido con el nombre de «Pájaro Jurado» o «Pájaro Voluntarioso» y se ha convertido en el símbolo de la voluntad.