Yang Dse era un maestro. Uno de sus vecinos perdió una oveja y no sólo envió a todos sus sirvientes a buscarla, sino que le rogó al maestro le cediera el suyo para colaborar en la búsqueda. El maestro preguntó:
—¿Pero no le basta con todos sus sirvientes para buscar una simple oveja?
El vecino repuso:
—Es que hay muchos senderos y a saber cuál ha tomado.
Durante muchas horas se buscó a la oveja, pero sin ningún resultado positivo. El vecino regresó desolado y el maestro Yang Dse preguntó si habían encontrado al animal.
—Imposible —dijo apenado el vecino—. Hay demasiados senderos. Como un sendero nos llevaba a otro, y así sucesivamente, ya no supimos ni cuál tomar. Hemos fracasado en la búsqueda.
El maestro permaneció muy pensativo y silencioso durante horas, sin que sus discípulos comprendieran por qué. Todos estaban extrañados. ¿Por qué esa rara actitud de su maestro?
Pero había un lúcido hombre llamado Sindu Dse, que explicó:
—No os extrañe la actitud de silencio y grave seriedad que ha tomado el gran maestro Yang Dse. Habéis comprobado que cuando hay demasiados senderos, conduciendo unos a otros, no hay manera de encontrar ni siquiera una oveja. El maestro se ha quedado pensativo dándose cuenta de que muchos discípulos se dedican a demasiadas cosas y siguen así muchos senderos, perdiendo su tiempo y su meta.