Había en el reino Wu una mujer bellísima, llamada Xi Shi. Antes de que fuera elegida como Primera Dama del Reino, vivía en una calle céntrica de la capital. Cuando salía a lavar en el riachuelo, deslumbraba a la gente con su gracia y su encanto. Las chicas de la ciudad sentían admiración y envidia a la par de su extraordinaria y cautivadora belleza. Todo lo que llevaba se convertía en moda a los pocos días. Su gracioso andar era copiado por las doncellas, que la imitaban incluso cuando se secaba el sudor de la frente.
Un día, la bella mujer sintió dolor de estómago cuando caminaba por la calle. Tenía las cejas fruncidas por las continuas molestias abdominales. En eso, la vio una muchachita gorda y fea. Su ancha cara se iluminó, creyendo haber visto la clave de la belleza de la graciosa Xi Shi.
Desde aquel día, andaba siempre con las cejas 1 uncidas y una expresión de angustia. Pero le extrañaba que la gente, en vez de mirarla con simpatía, huía de ella más que nunca.