Se cuenta que el noble Ping de Dsin había cumplido setenta años. Tenía un músico ciego también de avanzada edad, que además era su confidente. El noble se lamentó:
¡Qué pena ser tan mayor! Ahora, aunque quisiera estudiar y emprender la lectura de libros importantes, ya es demasiado tarde para ello.
El músico ciego pregunto:
—¿Por qué no enciende la vela?
El noble se quedó perplejo con aquella respuesta. ¿Es que su súbdito trataba de mofarse de él? Dijo:
—¿Cómo te atreves, osado, a bromear con tu señor?
La irritación del noble era evidente.
Jamás bromearía un pobre músico ciego como yo con los asuntos del señor. Nunca osaría una cosa tal, pero prestadme un poco de atención.
El noble se calmó, y el músico ciego dijo:
—He oído decir que si un hombre es estudioso en su juventud, se labrará un futuro brillante como el sol matinal; si estudia cuando ha llegado a una edad mediana, será su futuro como el sol de mediodía; si empieza a estudiar en la ancianidad, lo será como la llama de una vela. Aunque la vela no es muy brillante, por lo menos es mejor que andar a tientas en la oscuridad.
Ese mismo día el noble comenzó a estudiar.