Nasrudín y un amigo fueron a un restaurante y, para economizar, decidieron compartir un plato de berenjenas.
Discutieron violentamente sobre si debían ser rellenas o fritas.
Cansado y hambriento, Nasrudín cedió y pidieron berenjenas rellenas.
Súbitamente, en tanto esperaban la comida, su acompañante sufrió un colapso y parecía estar grave. Nasrudín se levantó con rapidez del asiento.
—¿ Va a ir a buscar un médico? —le preguntó alguien desde una mesa próxima.
— No, tonto —gritó el Mulá—. Voy a ver si no es demasiado tarde para cambiar el pedido.