Un día, Nasrudín notó que una nueva y maravillosa carretera —un Shah-Rah, o 'camino real'— había sido. construida a cierta distancia de su casa.
—Esto es algo que debo probar —pensó.
Caminó por la carretera largo tiempo, hasta que fue vencido por el sueño. Al despertar, observó que su turbante había desaparecido. Alguien se lo había robado.
Al día siguiente prosiguió su viaje por la carretera, con la esperanza de encontrar algún rastro del ladrón. Recorrió varios kilómetros soportando el calor del verano, hasta que nuevamente se acomodó para dormir un rato.
Lo despertó un ruido de cascos y el tintinear de los arneses. Un pelotón se acercaba: soldados de apariencia feroz de la Guardia Real escoltando a un prisionero. Movido por la curiosidad, los detuvo y les preguntó qué sucedía.
—Llevamos a este hombre a ser decapitado —respondió el Jefe de la Guardia—; es un guardia puesto en la carretera a quien encontramos dormido.
—Esto ya es suficiente para mí —dijo Nasrudín—. Pueden quedarse con su carretera. Quien en ella se queda dormido, pierde su sombrero o su cabeza. Quién sabe cuál podría ser la tercera pérdida!
Este fue el origen del proverbio persa que dice: 'Quien se queda dormido en la carretera pierde su sombrero o su cabeza'.
Al poco rato, la mujer de Nasrudín comenzó a sacudirlo en tanto le decía: —Despierta.
—Esto desbarata todo —protestó el Mulá—. Lo que tú llamas 'despierto' yo lo llamo 'dormido'.