El Mulá llegó a una carrera de caballos, abierta para todo participante, montado en el más lerdo de los bueyes. Todos rieron: un buey no puede correr.
—Pero si yo lo he visto, cuando era sólo un ternero, correr más rápidamente que un caballo —dijo Nasrudín—¿por qué ahora, que es más grande, no va a correr aun más rápidamente?