Un toro que pertenecía a un turcomano, rompió la cerca de la finca de Nasrudín y regresó al trote a la casa de su dueño. Nasrudín lo siguió y comenzó a azotarlo. —¡ Cómo se atreve usted a apalear a mi toro!rugió enfurecido el turcomano.
—¡ Usted no se meta! —dijo Nasrudín—. El sabe por qué. El asunto es entre nosotros dos.