Un filósofo que había concertado una entrevista con Nasrudín para discutir con él, fue a la casa del Mulá y se encontró con que éste había salido.
Enfurecido, tomó un trozo de tiza y escribió sobre la puerta de Nasrudín : 'Estúpido, idiota'.
Tan pronto como Nasrudín regresó a su casa y vio esto, corrió hasta la casa del filósofo.
—Había olvidado —le dijo—, que usted iba a visitarme. Le pido me disculpe por haber estado ausente. Desde luego recordé la cita en cuanto vi que había dejado su nombre en la puerta de mi casa.