Su Majestad Imperial, el Shahinshah, llegó de improviso a la casa de té, de la cual Nasrudín estaba a cargo temporalmente.
El Emperador pidió una tortilla.
—Ahora continuaremos con la cacería —le dijo al Mulá—, así que dígame cuánto le debo.
—A usted y sus cinco acompañantes, las tortillas les costarán mil monedas de oro.
El emperador enarcó las cejas.
—Los huevos deben ser muy costosos aquí. ¿ Tan escasos son?
—No son los huevos los que escasean aquí, Majestad, sino las visitas de los reyes.
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