En un callejón, un ágil ratero trató de arrebatarle la bolsa a Nasrudín. El Mulá reaccionó rápidamente y se produjo una lucha violenta. Por último, Nasrudín consiguió derribar al ladrón.
En ese momento pasó una mujer bondadosa que exclamó:
—¡ Eh, rufián ! Deje que ese pequeño hombre se levante y déle una oportunidad.
—Señora —jadeó Nasrudín—, usted ignora el traba jo que me ha dado voltearlo.