Al escuchar ruidos extraños en su casa, el Mulá se asustó y se escondió en un armario. En el curso de su búsqueda, los dos ladrones abrieron la puerta y lo encontraron acurrucado allí.
—¿Qué estás escondiendo de nosotros? —preguntó uno de ellos.
—Me oculto porque me siento avergonzado de que no haya nada en esta casa digno de vuestra atención.