Nasrudín llevaba a su casa un trozo de hígado que acaba de comprar. En la otra mano tenía una receta para hacer pastel de hígado que le había dado un amigo.
De pronto, un buitre bajó y le arrebató el hígado.
—¡ Tonto! —gritó Nasrudín—, ¡ tú tendrás la carne, pero yo aún tengo la receta!