Los filósofos, los lógicos y los doctores de la ley fueron convocados a la Corte para interrogar a Nasrudín. El caso era serio, pues el Mulá había admitido haber ido de pueblo en pueblo diciendo : —Los así llamados sabios son personas ignorantes, indecisas y desorientadas.
Se lo acusaba de estar minando la seguridad del Estado.
—Usted puede hablar primero —dijo el Rey. —Que traigan plumas y papel —pidió el Mulá. Plumas y papel fueron traídos.
—Que les sean entregados a cada uno de los siete sabios.
Su indicación fue cumplida.
—Que separadamente respondan por escrito a la siguiente pregunta: ¿Qué es el pan ?
Así se hizo.
Las respuestas fueron entregadas al Rey, quien las leyó en voz alta.
La primera decía: 'Es un alimento'.
La segunda: 'Es harina y agua'.
La tercera: 'Un don de Dios'.
La cuarta: 'Masa horneada'.
La quinta: 'Depende del sentido que se le dé a la palabra'.
La sexta: 'Una sustancia nutritiva'.
La séptima: 'Nadie lo sabe realmente'.
—Cuando ellos decidan qué es el pan —dijo Nasrudín—, podrán formarse juicio sobre otras cosas. Por ejemplo, si estoy en lo cierto o me equivoco. ¿ Puede usted confiar a gente como ésta asuntos que impliquen evaluar y juzgar? ¿No es extraño que no puedan ponerse de acuerdo sobre algo que comen todos los días y que, sin embargo, coincidan en que soy un hereje?