El dios burlón trickster era siempre el responsable de robar el fuego y traerlo a la Tierra.
Olifat, el hijo de una mujer de las Carolinas y del dios del Cielo vio accidentalmente a su padre a través de un orificio en el coco que estaba bebiendo y decidió hacerle una visita. Ascendió al cielo en el humo de una pila de cascaras de coco. Tras varias aventuras en las que pereció a manos de sus parientes y fue resucitado por su padre, alcanzó un lugar en los cielos. Envió de regreso un pájaro con fuego en el pico, que fue colocado en ciertos árboles para que los hombres pudieran encender fuego frotando un par de palos.
A diferencia de los burlones de la Micronesia, el héroe Maui de Polinesia trajo el fuego de debajo de la tierra.
En las versiones maoríes, Maui se transformó en pájaro para visitar el otro mundo, donde cogió fuego de la diosa Mahuika, cuyas yemas de los dedos estaban incandescentes. Mahuika le dio la punta del dedo gordo del pie como astilla, pero se le apagó en un torrente y volvió en busca de otro.
La diosa le fue dando todos sus dedos hasta que sólo le quedó uno. El último se lo lanzó con rabia, con la maldición de que incendiaría bosques, pero Maui pidió ayuda a los dioses de la lluvia. En algunos árboles quedaron suficientes semillas de fuego para poder luego obtenerlo a voluntad.