El siguiente relato une los incidentes narrados en algunos puntos de la ruta de las heroínas conocidas como las Kungarankalpa, las Siete Hermanas, por el centro y sur de Australia.
Las Siete Hermanas huyeron hacia el sur, escapando de un hombre lujurioso, Nyiru, que tenía planeado violar a la mayor. Al este de Uluru su ruta está señalada por una cadena de charcas de roca y arcilla. En Witapula, al oeste de Atila (monte Conner) se detuvieron para acampar una noche y construyeron un refugio, que es ahora un pequeño precipicio.
A la mañana siguiente se internaron en el suelo y reaparecieron en Tjuntalitja, una fuente. Una duna cercana recuerda el lugar desde el que las vigilaba Nyiru. Desde allí, las muchachas fueron a Wanukula, un agujero en la roca (una depresión en la que se acumula el agua) y continuaron hasta Walinya, una colina en la que erigieron una choza y volvieron a acampar.
La choza es ahora una cueva en un bosquecillo de higueras silvestres, una de las cuales, apartada de las demás, es la hermana mayor. Unas líneas en forma de remolino testimonian el punto en el que se sentaron. Nyiru las observaba desde un montón de piedras y cuando creyó que dormían irrumpió en su refugio y excavó la roca. Una abertura baja en la parte posterior de la cueva señala el punto por el que las hermanas atravesaron la pared.
Por último, al llegar a la costa (cerca de Port Augusta) se lanzaron al mar, y con la impresión del agua fría saltaron al cielo, convirtiéndose en la constelación Kurialya, las Pléyades. Nyiru aún las persigue, y sus pisadas se ven en el cielo: los dedos son el «cinturón» de la constelación, que también se llama Orión, y el talón la punta de la «espada» de Orión.