La mitología relativa a Baal fue la sustancia de la fe de muchos en la antigua Ugarit, lo fundamental de esta fe era el rol de Baal en la naturaleza, a través de la lluvia y la tormenta, este dios hacía crecer el grano y todo lo fundamental para la vida humana. Pero, también esta fe reconoció la vulnerabilidad de la vida humana en un mundo cambiante, pues si no había lluvia, si los suelos no producían la vida humana se perdía, es decir, en lenguaje mitológico, si el dios del caos prevalecía por sobre el buen dios Baal, toda la vida humana se veía amenazada. Por tanto, el objetivo de la religión de Baal era conservar su supremacía; solo cuando aparecía como supremo señor, sus seguidores creían.
Coronando la colina donde fue emplazada la ciudad había dos templos: uno dedicado a Baal, el rey hijo de El, y uno a Dagon, dios de la fertilidad y del trigo, este último formaba parte de un extenso grupo de dioses adorados en Ugarit entre los que, además, se puede mencionar a Tirosh, Horon, Nahar, Resheph, Kotar Hosis, Scachar (equivalente de satán) y Shalem. La religiosidad popular ugarítica estaba plagada de pequeños dioses y demonios.
El pueblo de Ugarit vio en el desierto el lugar de los demonios, lo que fue heredado por los israelitas. Una de las más famosas deidades menores fue Dan'il. No existe claridad si este dios habría modelado en la religiosidad hebrea la figura bíblica de Daniel.
Otra criatura de la religiosidad ugarítica ligada al Antiguo Testamento es Leviatán:
Si tú matas a Lotán, la serpiente sesgada, destruye la serpiente tortuosa, Salyat de
las siete cabezas (Poemas de Baal y Anat).
Aquel día castigará Yahveh con su espada dura, grande, fuerte a Leviatán, serpiente
huidiza, a Leviatán, serpiente tortuosa, y matará al dragón que hay en el mar (Is 27, 1).
Tú hendiste el mar con tu poder; quebraste las cabezas de los monstruos en las aguas.
Tú machacaste las cabezas de Leviatán; lo hiciste pasto de las fieras (Sal 74, 13-14).