Dos estelas demuestran que el pueblo de Ugarit rendía culto a sus ancestros ya muertos. Los profetas del Antiguo Testamento se rebelaron cuando esta costumbre se traspasó al pueblo de Israel. Ezequiel denuncia tal costumbre como blasfemia y paganismo:
«Y oí a uno que me hablaba desde la casa el templo, mientras el hombre permanecía
en pie junto a mí. Me dijo: Hijo de hombre, éste es el lugar de mi trono, el lugar donde
se posa la planta de mis pies. Aquí habitaré en medio de los hijos de Israel para
siempre; y la casa de Israel, así como sus reyes, no contaminarán más mi santo nombre
con sus prostituciones y con los cadáveres de sus reyes, poniendo su umbral junto a mi
umbral, y sus jambas junto a mis jambas, con un muro común entre ellos y yo. Ellos
contaminaron mi santo nombre con las abominaciones que cometieron; por eso los he
devorado en mi cólera. De ahora en adelante alejarán de mi sus prostituciones y los
cadáveres de su reyes, y yo habitaré en medio de ellos para siempre» (Ez 43,6-9).
Estos ritos paganos ya estaban presentes 400 años antes de Ezequiel, en la época de Saúl:
«Dijo Saúl a sus servidores: 'Buscadme una nigromante para que vaya a consultarla'.
Dijéronle sus servidores: 'Aquí mismo en Endor, hay una nigromante'. Se disfrazó
Saúl poniéndose otras ropas y fue con dos de sus hombres; llegó donde la mujer de noche
y dijo: 'Adivíname por un muerto y evócame el que yo te diga'. La mujer le respondió:
'Bien sabes lo que hizo Saúl, que suprimió de esta tierra a los nigromantes y adivinos.
¿Por qué, tiendes un lazo a mi vida para hacerme morir?' Saúl juró por Yahveh
diciendo: '¡Vive Yahveh! Ningún castigo te vendrá por este hecho. La mujer dijo: ¿A
quién debo invocar para tí? Respondió: Evócame a Samuel» (1 Sam 28,7-11).
Estos ancestros muertos fueron conocidos en Israel como los (repaim), tal como lo señala Isaías:
«El sheol, allá abajo, se estremeció por ti saliéndote al encuentro; por ti despierta a los
espíritus de los muertos, a todos los jefes de la tierra; hace levantarse de sus tronos
a los reyes de todas las naciones» (Is 14,9).