La leyenda de Ahat presenta puntos semejantes a la leyenda del rey Keret.
El patriarca Daniel (el mismo nombre de la Biblia) no tiene descendencia, pero a instancias de Baal, El le promete un hijo, Ahat.
Cuando crece, un artesano divino le da un arco y unas flechas. La diosa Anat los codicia e intenta convencer a Ahat de que renuncie a ellos, pero él se niega y la diosa envía a su sirviente Yatpan para matarle, pero el arco se rompe en la lucha y el intento se va a pique.
Después Baal retiene las lluvias y no hay cosecha. Daniel busca los restos de Ahat, los encuentra, los entierra en el panteón familiar y celebra ceremonias mortuorias durante siete días.
No se conserva el final del mito, pero, en opinión compartida por los expertos, narra la resurrección de Ahat, la vuelta de la fertilidad al país y quizá la recuperación del arco. Tras el relato bien podría ocultarse el mito original que explicaría la sequía estival y su fin, simbolizados por la muerte y resurrección de Ahat, mientras que el arco podría representar la constelación de Orión, cuyo nacimiento y ocaso corresponden al comienzo y el final de la estación seca.
Existen otros dos mitos, en esencia teogonías, es decir, narraciones sobre el nacimiento de los dioses. Uno cuenta que El mantiene relaciones sexuales con dos mujeres, que probablemente representan a las diosas Asherah y Anat, y primero es padre de dos divinidades, Shachar (Alba) y Shalim (Crepúsculo) y después del resto de las deidades ugaríticas.
En el segundo mito se habla de los preparativos para la boda del dios de la luna, Yarih, con la diosa de la luna, Nikkal, en el transcurso de los cuales se convoca a las kotharat, las comadronas divinas, para que asistan al nacimiento de un hijo.