Otro aspecto del culto en Ugarit, que encuentra paralelo en la religión hebrea, fue la práctica del «llanto por la muerte», las tablillas cuneiformes de Ugarit describen a los adoradores llorando sobre un difunto con la esperanza de que su dolor conmueva a los dioses y así lo devuelvan a la vida.
Especial conexión con el culto ugarítico tiene el texto de Joel 1,8-13:
«¡Suspira tú como virgen ceñida de sayal por el esposo de su juventud! Oblación y
libación han sido arrancadas de la Casa de Yahveh. En duelo están los sacerdotes, los
ministros de Yahveh. El campo ha sido arrasado, en duelo está el suelo, porque el grano
ha sido arrasado, ha faltado el mosto, y el aceite virgen se ha agotado. ¡Consternaos,
labradores, gemid, viñadores, por el trigo y la cebada, porque se ha perdido la cosecha del
campo! Se ha secado la viña, se ha amustiado la higuera, granado, palmera, manzano,
todos los árboles del campo están secos. ¡Sí, se ha secado la alegría de entre los hijos de
hombre! ¡Ceñíos y plañid, sacerdotes, gemid, ministros del altar; venid, pasad la noche
en sayal, ministros de mi Dios, porque a la Casa de vuestro Dios se le ha negado
oblación y libación!»
Si bien los israelitas participaban en esta actividad, los profetas los criticaban por hacerlo, pues lo consideraban una costumbre pagana:
«Sí, así dice Yahveh: No entres en casa de duelo, ni vayas a plañir, ni les consueles;
pues he retirado mi paz de este pueblo - oráculo de Yahveh - la merced y la compasión.
Morirán grandes y chicos en esta tierra. No se les sepultará, ni nadie les plañirá, ni se
arañarán ni se raparán por ellos» (Jer 16,5-6).