Angra Mainyu (Ahriman), el espíritu maligno destructor, es el completo opuesto de Ahura Mazda, el creador archisabio; en la creación divina Angra Mainyu da entrada a la enfermedad, la sequía, la hambruna, la oscuridad y la muerte. Mora en la oscuridad del norte, en la Casa de las Mentiras.
Con él llegan Drugh, la Mentira, agente del desorden; el pensamiento del mal Aka Manah; Nasu, la mosca que se arrastra sobre los cadáveres en descomposición; Azhi Dahaka (Zuhhak el tirano árabe, Ezhdeha el dragón); Yatu (Jadu) el mago; Pairika (Pari), las hadas malignas; y Mush, el ratón que se come la cosecha de grano.
Estos son algunos de los demonios que llenaban de pavor al primitivo persa. Fue para contrarrestar este temor por lo que se compiló el Vi-dev-dad, la Ley contra los Demonios, el ritual sacerdotal contra las fuerzas demoniacas.
Aeshma Daeva, el demonio de la cólera con su maza ensangrentada, aparece en la Biblia (o mejor dicho en los Apócrifos), en el Libro de Tobías, como Ashmedai (Asmodeo), que mata a los esposos de la novia de Tobías la primera noche de cada desposorio, hasta que es exorcizado quemando el hígado y el corazón de un pescado.
Az, el demonio de la codicia y la concupiscencia, era considerado -tal vez por influjo budista- como base de la desdicha del mundo, por lo que el cura, según la herejía comunista del Mazdak sasánida, tenía que mancomunar todos los bienes y enseres, incluidos el oro, la tierra y en especial las mujeres.