El Zoroastrismo, como las religiones monoteístas, no es rico en relatos míticos. Tiene básicamente un mito, formulado y reformulado en todas las formas posibles hasta la saciedad.
El mal se ve en la suciedad, las sabandijas, la enfermedad y la muerte, así como en la impureza moral y la mentira.
El hombre y la creación natural, siendo básicamente buenos, deben mantenerse puros o retornar a un estado de pureza y orden.
La observancia de las leyes de la pureza en la vida y la muerte, evitando la contaminación del Fuego, el Agua o la Tierra, la oración en presencia del fuego deslumbrante que convoca la energía divina y la fuerza vital: todo ello han sido caracteres del zoroastrismo hasta nuestros días.