El culto al fuego y el uso de la planta tóxica haoma se remontan a la fase más temprana de la religión nómada aria.
Atar (Adhur) fue clasificado en cinco categorías por el estamento sacerdotal sasánida:
Los templos del fuego más importantes eran Adhar Farn-Bag en Karyan en la región de Fars, Adhar Gushn-Asp en Shiz en Adharbayán y Adhar Burzin-Mehr en el monte Revand en Jorasán; estaban relacionados respectivamente con las tres clases sociales: sacerdotes, nobleza guerrera y agricultores.
La haoma, la efedra que crece en las montañas de Irán {soma, en los Vedas), es molida en un mortero en las plegarias del amanecer, filtrada y bebida con leche como parte del ritual Yasna. De ella se habla en los siguientes términos:¡Haoma, de flores doradas, que crece en las alturas, bebida que nos repone y ahuyenta la muerte!.
En el último apocalipsis zoroástrico, Arda Viraz Namag, el piadoso Arda Viraz, se aviene a tomar el vino y beleñomey o mang, potencialmente letal, para acceder al inframundo y comprobar las recompensas de los justos y los castigos de los pecadores.
Tras siete días y noches en estado de coma, se despierta en el templo del fuego como si regresara de un sueño feliz y reparador, y les cuenta a los sacerdotes su visión.