Bahram Gur (que reinó entre 420 y 438 d.C.) fue confiado en su niñez a Mundhir, rey vasallo de Hira, y en su adolescencia se convirtió en un hábil jinete y cazador.
Su guardián compró para él una cautiva bizantina, Azadeh, entre 40 esclavas; ella acompañó a Bahram con su arpa en su veloz camello de caza.
Desafió a su amante a hacer un alarde extraordinario con su arco: rozar la oreja de un joven antílope con una bolita y de inmediato, cuando alzara la pezuña para rascarse la oreja, traspasar pezuña y oreja con la misma flecha. Bahram lo consigue, pero Azadeh lo rechaza con desdén y lo acusa de ser Ahriman, el dios malvado. El príncipe la hace caer del camello y la pisotea hasta matarla.