Qamatha, el creador (xhosa, Sudáfrica), envió el camaleón a la tierra para decir a la gente que nunca moriría. El camaleón se cansó durante el camino y se detuvo un rato. Llegó un lagarto y le preguntó adonde iba y el camaleón se lo dijo. El lagarto le tomó la delantera y dijo a la gente que iba a morir. Se creó un enorme alboroto y todo el mundo lloraba por su destino. El cama león, al oír los gritos, llegó a la tierra para comunicar el mensaje verdadero, pero la gente no le creyó y prefirieron creer al lagarto. Es por ello que las personas mueren.
El primer hombre y la primera mujer tenían un niño varón y Yataa, el Ser supremo (kono: Sierra Leona), les dijo a los tres que nunca morirían, que cuando sus cuerpos fueran viejos les daría nuevas pieles: se desprenderían de la piel vieja y con la nueva serían jóvenes de nuevo.
Dios envolvió las pieles nuevas y se las dio a un perro para que se las llevara. El perro transportó la caja hasta que se encontró con otros animales que estaban comiendo y éste, ansioso de participar en el festín, dejó el paquete en el suelo y se fue a comer. Uno de los animales le preguntó qué había dentro y él le explicó la historia de las pieles nuevas. La serpiente lo oyó y robó el paquete cuando el perro no miraba, lo llevó a su casa y compartió su contenido con las otras serpientes.
Cuando el perro llegó a su casa, el hombre le preguntó por las pieles, y el animal entonces le explicó el robo de la serpiente. Ambos le contaron a Yataa lo que había sucedido y Dios dijo que no les quitaría las pieles a las serpientes,
pero que a partir de ese momento no les permitiría vivir en el pueblo con los otros animales y tendrían que vivir por su cuenta.
Por esa razón, en la actualidad, cuando el hombre envejece, debe morir. Como la serpiente le robó las pieles, el hombre siempre intenta matarla.