Las instituciones y ceremonias culturales son las manifestaciones inmediatas de la parte interior divina, y muestran al hombre la vía para llegar hasta Dios.
Si los seres humanos observan de forma fiel y completa esta ética social, podrán, aunque sea por un solo instante, tocar de nuevo el rostro divino.
La muerte al final resulta victoriosa, y a veces se sugiere un reencuentro con el Dios primigenio. En algunos mitos, los hombres se alegraron la libertad conquistada al separarse de Dios.
Era una exaltación nerviosa, pero al cortar la relación con los cielos y encontrarse solos, se vieron obligados a descubrir los medios para su supervivencia futura, no en el cosmos, sino en su propio interior.
Por esta razón, el héroe que cruzaba la tierra y los cielos dio lugar al ser humano ligado a la tierra, y los únicos ecos de esa anterior unión con Dios estaban dentro y no fuera de uno mismo.