Hace mucho tiempo, no existía la muerte, por ello todos se sorprendieron cuando murió el primer hombre.
Enviaron un gusano al cielo para que preguntara a Hyel, la deidad suprema (bura, pabir: Nigeria) qué debían hacer. Hyel explicó que debían colgar el cadáver en un árbol y lanzarle gachas hasta que volviera a la vida. Luego, nadie más moriría.
Cuando estaba de regreso, un lagarto llamado Agadzagadza, que había oído las palabras de Dios, corrió por delante del gusano para engañar a las gentes de la tierra.
Cuando llegó, les dijo a sus pobladores que el cielo había dicho que debían enterrar el cadáver. La gente así o hizo.
Más tarde, cuando el gusano llegó y les dio el verdadero mensaje, los hombres fueron demasiado perezosos para desenterrar el cadáver. Se negaron a hacer lo que Dios les había dicho y la gente sigue aún muriendo.